José Luis Graña considera que el éxito de los programas de intervención depende de un planteamiento “caso a caso”

Santander. – El reto es prevenir la tasa de abandono de los programas de tratamiento psicológico para maltratadores condenados por delitos de violencia contra la mujer. José Luis Graña, director de uno de estos proyectos, ha indicado que es vital para el éxito de estos planes un planteamiento "individualizado" y "flexible" en consonancia con "la particularidad de cada caso" durante su intervención en el encuentro Violencia de género, logros y retos de futuro.

Según el catedrático de Psicología, una personalidad disfuncional da como resultado una reacción violenta: "La agresión no surge porque sí" y es fruto de un "manejo inadecuado de las emociones", ha matizado. Esto, ha explicado, se debe traducir en un estudio del sistema emocional del maltratador y del "ámbito" en el que se produce la situación. "Hay que ajustar el tratamiento psicológico a sus características, necesidades y desarrollar estrategias motivacionales", ha señalado Graña.
A su juicio, no hay "una tipología homogénea" del hombre violento y ello explica que "la mayoría de los programas a nivel internacional de orientación feminista que emplean este tipo de intervención sufre una tasa de abandono muy alta, de cerca de un 40% en los tres primeros meses del plan, incluso si tienen obligación de cumplirlo".
El objetivo del programa de Graña implementado en 2005 parte de la premisa de "convencer a los maltratadores de las ventajas y beneficios personales y psicológicos del tratamiento". El protocolo comienza con una evaluación psicológica del terapeuta, de mes o mes y medio de duración según el caso, y en función de sus características se procede a "una terapia individual o grupal, no se les mete de golpe en una intervención en grupo".
El programa está estructurado en siete módulos sin una duración fija –de entre seis y nueve meses de intervención, ha explicado el director del mismo- y se adapta a cada caso concreto, por ello ha subrayado que la "tasa de abandono no llega al 10%". En especial, Graña ha destacado una primera fase individualizada donde los terapeutas tratan de revertir su percepción como "víctima" y proporcionar al maltratador un "contexto general" de la agresión: "Ver los comportamientos agresivos" y "buscar la toma de conciencia", ha puntualizado. Este es el paso previo a la motivación al cambio, fomentar las habilidades en las relaciones interpersonales, la gestión de la agresividad en las relaciones íntimas, la influencia de los factores de riesgo (alcohol, drogas...) o estrategias para construir una vida adaptativa a la sociedad.

 

Fotografía: Pablo Hojas