Santander. – Es la primera vez que Aitana Sánchez-Gijón se mete en la piel de un personaje histórico que conecta con la tragedia griega y, a pesar de que es una gran responsabilidad "por las grandísimas actrices" que han representado a Medea a lo largo de los siglos, la interprete madrileña no lo debe de estar haciendo nada mal, pues el próximo jueves recibirá el Premio Ceres del Festival de Mérida a Mejor Actriz por este papel.
"Estoy poseída por Medea, y lo de leer no me va a salir", ha comentado la intérprete, que este lunes participa en el ciclo Noches en la Biblioteca de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo con la adaptación que Andrés Lima ha hecho sobre el escrito de Séneca. "Es uno de los personajes más profundos e inclasificables de la historia del teatro", ha afirmado la actriz, que ha reflexionado sobre lo que ha significado para ella este proyecto: "Es una experiencia trascendente, pues los mitos forman parte de nuestro inconsciente colectivo".
La protagonista de La Regenta o Volaverunt ha analizado el personaje de Medea en rueda de prensa. Según ella, se trata de "una diosa creadora y destructora, conectada con la tierra, el submundo y los astros". Además, ha opinado sobre la trama: "Es una obra misógina porque plantea lo irracional que puede ser que una mujer se maneje a través de sus pasiones".
A las pregunta sobre si la negativa del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, de reducir el IVA cultural es un fracaso del mundo del cine y del teatro, Sánchez-Gijón ha considerado que los profesionales del sector "somos bastante pesados, ya que lo único que hacemos es denunciar esta situación y hablar de sus consecuencias". "Quien tiene la sartén por el mango es el Gobierno, que es quien legisla", ha añadido.
Para la actriz, nacida en Roma, es "un mal endémico no considerar la cultura como uno de los bienes del país". Y es que, como ha destacado, que "las manifestaciones culturales están consideradas solo entretenimiento", lo que, en su opinión, "dice mucho de los que gobiernan" y denota una falta de responsabilidad que amenaza con "hundir el cine y el teatro español".
Fotografía: Pablo Hojas
