Santander.- La investigadora del Centro de Biología Molecular ‘Severo Ochoa’ (CSIC-UAM), Margarita del Val, ha participado en el seminario de Inmunología e inmunoterapia: herramientas del siglo XXI organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Sociedad Española de Inmunología (SEI) con una intención: transmitir la necesidad de investigación en el campo de las vacunas -porque “hay muchas enfermedades infecciosas sin vacuna”- y, en concreto, en aquellas que inducen “una buena memoria inmunitaria” en los linfocitos T CD8+, capaces de promover inmunidad protectora en la superficie de las mucosas o de la piel.
La investigación sobre los mecanismos de presentación de antígenos virales a los linfocitos T citotóxicos CD8+ es clave para mejorar las vacunas frente a la mayoría de patógenos. Estos nos invaden a través de la piel y las mucosas. Algunos son la gripe, el herpes, la tuberculosis, el VIH, o los virus emergentes. Además, la investigadora científica del CSIC ha insistido en que “las vacunas más eficaces son todavía, sobre todo, aquellas que son capaces de inducir anticuerpos neutralizantes y que estos controlen la infección”.
En este sentido, entran en juego las dos características fundamentales de nuestro sistema inmunitario que hacen que las vacunas funcionen: su capacidad de reconocer y discernir entre muchos antígenos distintos (unos 10 000 000 000) y su memoria inmunitaria. Y es que, “si hay muchas enfermedades que solo pasamos una vez, es porque los linfocitos entran en estado de memoria”. Mediante la vacunación “estos linfocitos memorizan la infección como si ya hubiesen visto esa película: cuando nos infectamos, reaccionan rápidamente sin que notemos los síntomas, es decir, estamos protegidos contra la enfermedad”, ha afirmado la experta.
En esta última jornada del seminario, la sesión ha abordado el futuro de las vacunas y nuevas terapias: Vacunas que se resisten y caminos de futuro. Durante la ponencia, la experta ha recordado que “la inmunología es como nuestro cerebro, trabaja todo el tiempo y reacciona a las vacunas”. En este sentido, ha destacado que “necesitamos muchísimas más vacunas porque estamos rodeados de agentes infecciosos y hay muy pocas”.
Así, la doctora en Ciencias Químicas ha solicitado “proseguir la investigación en vacunas” porque hay bacterias y virus para los que no tenemos vacunas como el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), la Hepatitis C, o parásitos, como los que causan la Malaria.
Entre las bondades de las vacunas, Del Val ha señalado que estas no solo evitan las clásicas enfermedades infecciosas, sino que además actúan sobre agentes infecciosos causantes de tumores en la población humana. Algo reseñable, a su juicio, porque “uno de cada seis tumores está causado por una infección”, como el virus del papiloma humano, que causa cáncer de cuello de útero, entre otros.
“En España todos estamos vacunados de la Hepatitis B o del virus del papiloma –ha comentado-, con lo cual, mediante las vacunas, estamos actuando contra los casos de cáncer”. Según Del Val, si se administraran a todos los niños del mundo estos dos tipos de vacuna, “se podrían evitar alrededor de millón y medio de casos de cáncer anuales”.
Por otra parte, la ponente ha revisado el caso del Sarampión, enfermedad que ya está erradicada en América pero no en Europa. “Aunque se han salvado veinte millones de vidas desde el año 2000 solo con esta vacuna, su completa erradicación no es posible porque de cada cinco niños en el mundo uno no recibe inmunizaciones, y entre ellas está la vacuna del Sarampión”. Sobre esto, ha añadido que en Europa esta enfermedad no está erradicada por “la falta de inmunidad colectiva, de solidaridad”.
En España la tasa de vacunación es del 95%, sin embargo en Francia es del 74% y “pasó de 40 casos en 2007 a 15000 casos en 2011”. En Rumania “es peor”, con 9100 casos y 34 muertos entre los años 2016 y 2017, de los cuales “un 87% no estaban vacunados”. En los países con menos cobertura, hay “más casos de enfermedad”, ha enunciado la investigadora del CSIC. La realidad es que una enfermedad que podría estar acorralada se cobra “100 000 muertes de niños al año”, algo “sangrante”, ha concluido.
Fotografías: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018