Gracias por acompañarnos en este acto de celebración del 90 cumpleaños nuestra Universidad en el que, además, he tenido el placer de hacer realidad algo que era de total justicia: el nombramiento como rectores honorarios de D. Emilio Lora Tamayo y Doña M. Luz Morán. Mi más sincera enhorabuena a ambos.
Nos sentimos queridos y arropados por esta ciudad y esta comunidad, por sus instituciones y organismos y, sobre todo, por sus ciudadanos. Su presencia hoy aquí es una muestra de este aprecio que nos llena de felicidad. Hoy es un día muy especial para la UIMP, en el que, en cada uno de nosotros y en distintas proporciones según las circunstancias personales de cada uno, se agolpan los recuerdos y se entremezclan los sentimientos de alegría, orgullo, nostalgia, esperanza, ilusión…
Alegría, ante todo, por poder celebrar esta onomástica y hacerlo en compañía de todos ustedes y de modo muy especial de los rectores que esta institución ha tenido en estas 9 décadas cumplidas o de sus familiares o allegados. Pocas imágenes puede haber tan evocadoras y simbólicas de la trayectoria, del espíritu de apertura, de la razón de ser, en definitiva, de la Universidad Internacional, como la de ustedes hoy, aquí, participando conjuntamente, en este acto.
Tenemos hoy la fortuna de poder honrar a los rectores de la etapa fundacional: D. Ramón Menéndez-Pidal y D. Blas Cabrera que guiaron y conformaron la Universidad Internacional de Verano de Santander en sus albores, tras su alumbramiento por el decreto firmado por el Ministro de Instrucción Pública D. Fernando de los Ríos el 23 de agosto de 1932.
Aquella Universidad nació fruto de la pasión de un puñado de intelectuales de la llamada Edad de Plata de la cultura española vinculados a la ILE. De su pasión por la educación, por el conocimiento —en todas sus dimensiones— y por la internacionalización como elementos modernizadores y transformadores de la sociedad. Fue un período brillante en el que, con su categoría intelectual y humana y acompañados de figuras tan ilustres como Pedro Salinas, secretario general con ambos, concitaron la presencia de personas como Ortega y Gasset, José Gaos, Miguel de Unamuno y tantos otros como los que ha citado el Profesor Fusi en su lección. Un período que resultó triste y cruelmente truncado en 1936 por nuestra terrible guerra civil. Esa guerra que, seguramente, no fue inevitable como recordaba J. Marías, pero que ocurrió, marcando nuestro país, su ciencia y la cultura durante décadas.
Pero rendimos, también, homenaje a los tres rectores de la etapa preconstitucional, que condujeron la Universidad, ya con su nombre actual de Universidad Internacional Menéndez Pelayo a lo largo de la prolongada dictadura de aquellos “injustos vencedores”, utilizando de nuevo las palabras de J. Marías recordadas por J.P. Fusi, desde su refundación por el régimen franquista en los años 40, hasta la llegada de la democracia. Un período ciertamente nada luminoso de nuestra historia, pero que no podemos olvidar y en el que, a pesar de las dificultades, fueron capaces también de abrir rendijas por las que se colara la luz, como canta Leonard Cohen, y espacios y ventanas de libertad cada vez mayores, coadyuvando a la formación de los intelectuales y las ideas que cristalizaron en nuestra transición.
Y, cómo no, a la pléyade de rectores que desde la década de los 80 galvanizaron la eclosión de la Universidad Internacional, convertida ahora en un vibrante centro de encuentro, de debate y de convivencia intergeneracional e interdisciplinar de prestigio internacional. A ellos debemos la naturaleza jurídica que aún conserva la UIMP consolidando su estatus y haciéndola navegar por los procelosos océanos de las sucesivas leyes orgánicas de universidades y sus desarrollos posteriores, añadiendo las enseñanzas oficiales de posgrado a su ámbito de competencias, sin perjuicio de la conservación de sus funciones anteriores. Rectores todos que han dejado su impronta en la institución y las personas, algunos de ellos desgraciadamente tempranamente desaparecidos o brutalmente arrancados de la vida por el fanatismo del terrorismo, que es la antítesis de la Universidad.
Sentimiento de orgullo porque, como han visto, a lo largo de la agitada historia de nuestro país en estos 90 años tan magistralmente descrita por JP Fusi, la UIMP ha sido, no solo testigo privilegiado sino actor destacado en ella, contribuyendo a la transformación y modernización de España en este período, fiel a su misión fundacional en el 1932. Orgullo que quiero compartir con todos ustedes, queridos rectores, conscientes de que han sido protagonistas en primera persona de esa historia. Cada uno habéis contribuido, durante el período que os correspondió, a que la práctica totalidad del amplio elenco de nombres de la cultura, las letras y las artes de España que hoy se han citado aquí, hayan formado parte del grupo de profesores de nuestra universidad y a los que hay que añadir otros muchos como Schopenhauer, Borges, Paul Valery, Carlos Fuentes, Vargas Llosa o Almudena Grandes, eminentes científicos como Schödinger, Bertrand Russell, Valentín Fuster o Margarita Salas y por supuesto innumerables dirigentes políticos, personalidades que han enriquecido con su presencia la UIMP, haciendo de ella, una institución imprescindible en nuestro país.
Sentimiento de ilusión y esperanza porque, aunque 90 años es una cifra importante, es, al mismo tiempo, modesta para una universidad (las hay ya con 800 años y aspiramos a llegar a ellos). Por ello miramos con esperanza e ilusión hacia el futuro, asentados sobre lo construido, imaginando y construyendo lo que queremos ser.
Queremos ser, seguir siendo, ante todo, universidad, una universidad que sabemos singular, distinta, conscientes de que, precisamente, nuestra diferencia es lo que nos hace únicos, imprescindibles y que en ello está nuestra fortaleza. Una universidad sin plantilla docente propia, enfocada directamente a las actividades que nos competen: los cursos avanzados, el posgrado, la formación a lo largo de la vida, los estudios de lenguas y lenguajes específicos, así como las actividades culturales, buscando para cada una de ellas a los profesores más adecuados. Haciendo de la flexibilidad, el rigor, la calidad y el interés general nuestros principios de acción.
Porque somos Universidad, agradecemos sobremanera y tiene especial significado la presencia, hoy aquí, del Presidente de la CRUE, en la que participamos plenamente y en la que nos sentimos acogidos en nuestra especificidad, que no queremos perder, aunque sí que anhelamos la autonomía universitaria de que gozan nuestras Universidades hermanas. Quizás, transcurridos ya más de 40 años de la definición de la naturaleza jurídica de la Universidad Internacional, proceda explorar si otras fórmulas más acordes con su carácter universitario son posibles. La tramitación del proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario que arrancará en septiembre en el Congreso, puede ser una oportunidad magnífica para ello.
Queremos ser, seguir siendo, un espacio de celebración de las ciencias, las artes y las humanidades. Reconociendo y atrayendo a nuestro Claustro a las figuras internacionales más prestigiosas en ellas, como hemos hecho concediendo el Doctorado Honoris Causa al escultor J. Plensa el pasado mes de julio, haremos con la científica Luisa de Cola esta misma semana y con el escritor M. Cartarescu la semana próxima.
Queremos ser aún más cántabros, conscientes y fieles a nuestras raíces, pero al mismo tiempo consolidar nuestra presencia en las diversas sedes repartidas por todo el país, como universidad que somos de ámbito nacional, dependiente del Ministerio y queremos ser más internacionales, fieles también al sustantivo que figura en nuestro nombre desde su fundación. Por ello haremos un esfuerzo especial por hermanarnos con Universidades e instituciones internacionales y propiciar actividades conjuntas con ellas.
Queremos imbricarnos más con el tejido social, con las empresas e instituciones, explorando nuevas fórmulas de actuación para trabajar conjuntamente y contribuir, como universidad pública, al desarrollo de iniciativas de interés general.
Queremos ser, seguir siendo, un espacio de convivencia interdisciplinar e intergeneracional en el que se aborden con rigor, imaginación y libertad de pensamiento, los grandes retos que la sociedad tiene ante sí: la salud global, el cambio climático, las fuentes de energía, la exploración del espacio, la sostenibilidad, la disminución de las desigualdades, los problemas demográficos, las migraciones, las causas de las guerras, la esencia del ser humano, el tratamiento de la información…
Porque, como reza nuestro lema del 90 aniversario, queremos “anticiparnos al futuro” de modo que esa lacerante pregunta que J Marías clamaba: “¿cómo pudo ocurrir?” tenga que ser planteada el menor número de veces posible, conscientes también de que, como se nos recordaba, la contradicción de la historia está permanentemente presente como vemos en los desastres y contiendas que asolan muchas partes del mundo y en estos momentos la misma Europa.
Queremos ser la voz de los académicos, de los científicos, de los artistas, de los pensadores, de la sociedad, para construir, desde la libertad académica y de pensamiento que nos caracteriza como Universidad, el pensamiento que nuestra sociedad hoy demanda y necesita. Una voz firme pero reposada, no basada en la estridencia sino en la reflexión y el diálogo que contribuya a transformar, como nos decía hace unos días aquí mismo el filósofo Byung Chul Han, la información en comunicación con significado.
Y así equipados, con ilusión y esperanza (y confiamos que también con algunos recursos mayores), emprendemos nuestro camino hacia el centenario, convencidos de que la apuesta por el conocimiento, por la educación y la investigación como elementos fundamentales para el progreso y el desarrollo de la sociedad sigue plenamente vigente en la actualidad.
Queridos rectores: soy plenamente consciente de que si hoy estamos hoy aquí, celebrando estos 90 años de juventud acumulada, como diría Concepción Company, nuestra premio Internacional Menéndez Pelayo de este año, es porque habéis, hemos, sido capaces de ir añadiendo capítulos al libro de la historia de nuestra universidad internacional, huyendo de la tentación de borrar lo anterior para reescribir lo nuestro. La tentación de empezar de cero. Del estéril Palimpsesto, como nos recuerda nuestra premio Cervantes, Ida Vitale:
Todo aquí es palimpsesto,
pasión del palimpsesto:
a la deriva,
borrar lo poco hecho,
empezar de la nada,
…
Cuidado:
no se pierde sin castigo el pasado,
no se pisa en el aire.
Termino ya: bienvenidos a la fiesta de cumpleaños. Hemos preparado una semana repleta de eventos que queremos disfrutar con ustedes. Como saben esta misma tarde tendremos en los jardines de Palacio un concierto de nuestra orquesta de la UIMP en el que se hará el estreno mundial de la obra ‘Alma Mater’ que el maestro Tomás Marco ha compuesto expresamente para esta ocasión. Y a continuación tendremos la proyección sobre la fachada del Palacio del videomapping conmemorativo creado también para la ocasión. Pero, además, mañana miércoles por la tarde, el grupo de teatro La Barraca, heredero de la Barraca de Federico García Lorca, representará, en el salón de actos de Las Llamas, la Vida es Sueño, de Calderón de la Barca, la misma obra que aquella Barraca de Lorca representara aquí, en la UIMP hace 90 años. Y ya que van a Las Llamas asómense para ver cómo progresa el mural conmemorativo que Ulises Culebro, el creador del cartel de este año y del logo del 90 aniversario está pintando allí con los alumnos de su curso magistral. Y el jueves Ulises Culebro dialogará con nuestro genial Peridis que también se ha sumado a nuestra fiesta. Y todo ello al tiempo que J. Borrell desarrolla su curso sobre ¿Quo Vadis Europa? a quien quiero agradecer su presencia en este acto y su amor y fidelidad a su cita anual con nuestra Universidad.
Cumplir 90 años no es, ni mucho menos, baladí. Exige esfuerzo. Como nos recuerda nuestro genial poeta Ángel González, también asiduo frecuentador de la UIMP en su poema cumpleaños:
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Imagínense la cantidad de inconvenientes, de dificultades que nuestra institución ha debido superar, muchas veces mucho, en estos 90 años. Y ello solo ha sido posible gracias a sus trabajadores, que siempre han movido su corazón casi cien veces por minuto para que la UIMP haya ido cumpliendo un año tras otro, hasta llegar a los 90. Para todos ellos, los presentes y los que ya no lo están, van mis últimas palabras de agradecimiento. Feliz cumpleaños a todos.