“El desencadenante de más de la mitad de los movimientos migratorios de la población humana es puramente climático”

Santander.– El catedrático de Botánica en la Universidad Complutense de Madrid Leopoldo García y el profesor de Investigación en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y director del Máster en Cambio Global de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Fernando Valladares, han participado en la Escuela de Medio Ambiente "Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno" que se celebra estos días en la Magdalena.

Valladares ha expuesto la importancia del cambio del clima y cómo afecta en otros ámbitos, además de la biología: "El desencadenante de más de la mitad de los movimientos migratorios de la población humana es puramente climático". Además, ha asegurado que "los políticos están cada vez más concienciados" de este problema. Su ponencia ha estado centrada en las Adaptaciones de bosques mediterráneos al cambio climático y ha explicado que un tema "preocupante" en ese ámbito es la sequía.

En esta línea, ha aclarado que los veranos que se viven en el Mediterráneo, calurosos y sin lluvias, no son lo normal: "Sólo ocurren en un uno por ciento del planeta, no es nada común". De hecho, ha añadido que "en la cuenca mediterránea la tendencia es que haya cada vez una mayor sequía e incremento de la temperatura". Este clima es "duro para las plantas, por las severas sequías", ha asegurado, ya que afectan "tanto a las plantas típicas del clima local como a las terciarias, las que llevan en la zona desde antes de que existiera este clima".

Así, ha explicado que el cambio climático no es el único dentro del cambio global, sino que ocurre "junto a un montón de cambios ambientales": de hábitat, especies invasivas, sobreexplotación y contaminación. De todos esos, los únicos que crecen a grandes pasos son el climático y la polución. Valladares ha asegurado que, en el Mediterráneo, el fuego es "un factor importante del cambio climático y está aumentando en la península".

Por otro lado, García ha centrado su charla en las adaptaciones de este cambio en el clima en la Antártida, una zona totalmente diferente a la de España. El investigador ha explicado que la clave para entender los brotes de vida allí son "las condiciones microclimáticas", ya que, a pesar de que el continente esté congelado, no tiene solo un clima. De hecho, ha asegurado que hay "una zona, la mayoría, que se puede definir como microambiental, que depende de los microclimas; mientras que hay otra que, como el resto del planeta, es macroambiental y depende de la temperatura".

Así, ha comentado que "en el sitio más congelado del mundo sólo puede haber vida si el agua se descongela, porque tiene que haber agua líquida". De esta manera, como ha explicado, podrían activarse las bacterias que hay en el suelo de algunas partes del continente, como el Mont Hope, un monte de 3.000 metros de altitud donde "no crece nada". Por otro lado, García ha afirmado que, contrariamente a lo que se cree, "en los últimos años la cubierta de nieve y hielo en la Antártida ha aumentado". Así, ha comentado que este continente "no está contribuyendo todavía al aumento del nivel del mar y no podemos prever un gran aumento del nivel mientras no lo haga".

Fotografía: UIMP | Esteban Cobo