El ministro Luis Planas apuesta por una agricultura competitiva, rentable y sostenible ante los “nuevos desafíos”

Santander.- Para el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, la agricultura es “un actor principal” contra “los nuevos desafíos”: la lucha contra el cambio climático, la preservación del medio ambiente y la consecución de los objetivos del desarrollo sostenible. Por ello, en España es necesario un “cambio de paradigma” hacia una agricultura “competitiva, rentable y climáticamente inteligente”, ha indicado con motivo de su participación en la III Escuela de Medio Ambiente «Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno» de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

El Curso Avanzado, que abordará Una nueva estrategia de agricultura, clima y medio ambiente, es una ocasión para reflexionar sobre la producción sostenible de alimentos en un contexto de cambio climático y el papel de la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías en el sector agrario del futuro. Todo ello desde la perspectiva de la PAC post-2020 que, mediante objetivos sociales y medio ambientales, pretende dar respuesta a los compromisos adquiridos en el marco de la Agenda de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

Para el próximo presupuesto de la UE a largo plazo (2021-2027), la Comisión propone modernizar y simplificar la política agrícola común (PAC) con un presupuesto de 365000 millones de euros. Partida que refleja la intención de la UE de “liderar la protección medioambiental y la lucha contra el cambio climático” mediante un sector agrícola “inteligente”, “sostenible” y “competitivo” ante la limitación de los recursos naturales.

Para el ministro, el futuro de la agricultura es “la intensificación del conocimiento” de las nuevas necesidades en materia de producción agroalimentaria porque solo una pequeña parte lo será por “incremento de la superficie o la cabaña” y, en cambio, la parte fundamental de la producción será fruto del “incremento del conocimiento y las nuevas técnicas productivas”. El objetivo común debe ser “alimentar a nuestra sociedad produciendo alimentos de una manera respetuosa con el medio ambiente, con el clima y con las personas”, ha explicado.

Este panorama supone un “desafío para las administraciones públicas” e implicará “conocer mejor nuestros sistemas agrarios”. España es “la octava potencia mundial agroalimentaria”; exporta más de la mitad de su producción anual, lo que supone “casi un 10% del PIB”, y ocupa en torno a 2,4 habitantes. Asimismo, más de la mitad de la superficie está dedicada a la agricultura que, ha indicado, suministra alimentos pero también vertebra el territorio, genera actividad económica y fija el empleo en el entorno rural.

“El sector agroalimentario español es potente” pero, según las proyecciones de impacto del cambio climático en España, “somos una de las zonas más vulnerables”. Por lo tanto, Planas ha considerado que en “este escenario, sin una actuación rápida y precisa, se pondría en riesgo nuestra agricultura y ganadería tal como las conocemos ahora”, así como “la viabilidad de las explotaciones agrícolas y ganaderas”. Para el titular de Agricultura, el reto de transformar el sector agroalimentario pasa por “mejorar la rentabilidad” y hacer las explotaciones más “eficientes” y “respetuosas” con el medio ambiente.

El desarrollo económico que plantea la Agenda 2030, hacia modelos basados en la “baja producción de carbón”, afecta a la agricultura y la ganadería porque “contribuyen al cambio climático y al mismo tiempo son parte de la solución”. Aunque la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la agricultura están relacionadas con prácticas como la deforestación, existen otras prácticas agrarias que pueden “disminuir la cantidad de Co2 presente en la Atmósfera” y por ello contribuir a “la mitigación del cambio climático”, ha afirmado.

Esto se suma a otros aspectos que se recogen en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como los cambios en patrones de desarrollo y consumo en el sector de la agricultura para abastecer a “una población creciente que se estima en 2050 en 9700 millones de habitantes”. Y es que para Planas, la agricultura debe ser “un sujeto activo en la lucha del cambio climático, en la preservación del medio ambiente y en conseguir una sociedad más justa e igualitaria”.

El objetivo es producir “más alimentos consumiendo menos recursos naturales con el empleo de menos agua, fertilizantes y productos fitosanitarios” y así, ha insistido, lograr que la agricultura se perciba como “una necesaria impulsora de la sostenibilidad en una triple vertiente: económica, social y ambiental”.

Por último, ha incidido en la importancia de “capacitar a la población rural para que impulse y diversifique su economía” para adaptarse “al nuevo escenario climático”. A su juicio, hay que incorporar la variable medioambiental en la producción agraria y un conocimiento cimentado en la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías porque permitirá mejorar la rentabilidad de las explotaciones y competitividad del sector. “La investigación y el desarrollo continúa siendo una asignatura pendiente del sector agroalimentario y no se pueden retardar más la toma de decisiones al respecto”, ha lamentado.

Como ministro de Agricultura ha asegurado que “la innovación será prioritaria en las políticas agrarias” y que la digitalización y el uso de las nuevas tecnologías serán “claves para impulsar y favorecer el desarrollo rural”. Desde su perspectiva, la digitalización es la “única solución ante el despoblamiento”. Por ello, las nuevas tecnologías “serán instrumentos fundamentales que harán atractiva y estimulante la vida de los jóvenes en el medio rural y permitirán que este sea vivo, dinámico y económicamente viable”, ha expresado.

 

Inauguración de la III Escuela

En la inauguración de la tercera edición de la escuela han participado el rector de la UIMP, Emilio Lora-Tamayo, el presidente de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, Teodoro Sánchez-Ávila, el secretario general de la UIMP y codirector de la Escuela, Miguel Ángel Casermeiro, y la subdirectora del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y codirectora de la Escuela, María José Alonso.

Según Casermeiro, las relaciones entre medioambiente y agricultura deben ser “reinterpretadas” para poner en valor “los bienes y servicios ambientales” que proporciona este sector. “En nuestro Marco europeo de referencia se está produciendo una interpretación de la política agraria común” lo que, a su juicio, hace necesario “el desarrollo de una estrategia nacional que integre indicadores no solo de producción agraria sino de aquellos beneficios ambientales que proporciona la agricultura”.

El presidente de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, colaboradora en la organización de la escuela, tiene entre sus fines “el estudio y el cuidado de la naturaleza” y aboga por “la investigación científica en el área del medio ambiente pero también su relación con la agricultura y ganadería”, ha señalado.

En relación al tema del curso, Sánchez-Ávila ha indicado que el cambio climático, contexto en el que “nos toca vivir”, es un “nuevo paradigma en el que la agricultura es causa y consecuencia”. Por ello, la agricultura sostenible será “una de las claves para dar respuesta a los compromisos adquiridos en el marco de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”, ha destacado al igual que el ministro.