Santander, 6 de septiembre de 2022-. Decía Antonio Muñoz Molina que “escribir bien es pedirle a la inteligencia el nombre exacto de las cosas”. Un elogio a la precisión y la reflexión que no encuentra acomodo con la velocidad contemporánea y la sobreexposición a la que abocan las redes sociales. “Es que todo va demasiado rápido”, exclama Elvira Lindo. “Es otro medio que no tiene nada que ver con esa parte de aislarte y dejarte cautivar por tus propios personajes,” continúa la creadora de Manolito Gafotas.
“No creo que haya nacido una gran literatura de las redes sociales”, explica la escritora en relación a esa tendencia actual de contar absolutamente todo lo que nos rodea a través de internet. “Hay autores que publican que han escrito la primera página de su novela o que se hacen fotos escribiéndola…”, indica. “Yo creo que nos estamos perdiendo ante tanto exhibicionismo y que la reserva favorece la buena literatura”.
Éstas y otras reflexiones sobre la comunicación actual han sido parte de la intervención de Elvira Lindo en el curso ‘El arte de contar historias: palabras, miradas y ritmos’ que se clausura hoy en la UIMP. Una propuesta formativa que buscar explorar las narrativas contemporáneas y la interconexión entre las diferentes disciplinas que permitan transmitir relatos.
El seminario se compone de nueve ponencias interdisciplinares en la que reputados profesionales de ámbitos como la etnografía, el teatro, el cine o la música han expuesto diferentes perspectivas de acercarse al relato. Para Lindo, representante del mundo literario, nuestra manera de contar historias está claramente condicionada “por lo que hemos leído y lo que hemos escuchado de pequeños”. “El curso es muy interesante, precisamente por la conexión que se plantea entre todos los ponentes”, explica escritora gaditana
En el momento actual, en donde impera la tiranía de las redes sociales, Elvira Lindo reivindica la desconexión digital como elemento dinamizador de la creación literaria: “Cuando yo me siento a escribir, estoy sola con mis personajes y solo hablo de lo que hago con los que tengo cerca”. “En el momento en el que nos demos cuenta de que las redes nos ha quitado la capacidad de concentración y eso lo cataloguemos como dependencia, entonces habrá una nueva conciencia de que no podemos estar prisioneros de lo que nos mandan estos aparatos”, concluye.
Uso racional de las redes
Su última obra, titulada ‘A corazón abierto’, vio la luz en 2020, con la pandemia en su fase más restrictiva. Entonces le tocó promocionar su libro a través de reuniones virtuales y encuentros online con los lectores. “Las librerías se pusieron las pilas y los libros se leyeron”, confiesa.
Tanto hace dos años como ahora, Lindo es partidaria de un uso profesional de las redes. Nada de opiniones personales ni estados de ánimo. “Hay mucha gente buscando que les piropeen, mucha exhibición de angustia y otras personas que buscan dar pena”, indica. “Es algo complicado porque es poner muchas cosas de ti al desnudo”.
Seguiremos leyendo libros en papel
Consciente de que las tecnologías de la información han cambiado nuestro modelo de relación social, Elvira Lindo considera que los libros no tienen fecha de caducidad a la vista porque “las personas necesitamos encontrar historias y alguien que nos las cuente”. “Y el libro ha demostrado ser un medio de diversión y de conocimiento del mundo muy barato”, comenta la autora.
Por eso, dice no entender aquella “obsesión por lo gratis” que motivó la descarga de miles de libros electrónicos piratas hace unos años. “¡Si ni siquiera los iban a leer!”, exclama. “Cuando se acabe la fiebre pantallesca, veremos si habrá menos lectores o no”, vaticina la escritora. En ese aspecto, ella se muestra esperanzada y augura que las ediciones analógicas no se van a terminar porque, “a diferencia de los periódicos, cuyo futuro está en la pantalla, los libros siguen brillando en papel”.