Santander, 4 de agosto de 2022.- “Estamos recopilando una gran cantidad de información sobre el cerebro pero nos falta el código para interpretarla, necesitamos un nuevo Cajal o un Alan Turing para dar sentido a todos esos datos”. Esta reflexión de Isabel Pérez-Otaño, directora del Programa científico “Modulación sináptica de los circuitos neuronales y la conducta” del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC de Alicante, recoge muy bien una idea que ha estado presente a lo largo de las cinco jornadas del curso “El cerebro y su entorno, una visión integradora de la anatomía y el funcionamiento cerebral”, celebrado la semana pasada en el marco de la 90 edición de los Cursos de Verano 2022 de Santander de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y que ha contado con la participación de once expertos de distintas disciplinas y centros.
Ni siquiera el lenguaje que se utiliza desde las distintas disciplinas que estudian el cerebro es común, ni se emplean los mismas palabras para definir conceptos diferentes, “creando confusión” según apuntó Carmen Cavada, directora de la cátedra en Neurociencia UAM-Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, durante la cita académica.
Este hecho, a juicio de la científica, da lugar a una “torre de Babel” que impide intercambiar información e integrar el ingente volumen de conocimientos que han generado técnicas de estudio cada vez más potentes en las dos últimas décadas sobre el sistema nervioso y su órgano central: el cerebro.
Pese a todo ese conocimiento acumulado, explica la catedrática, quedan por descifrar el 99% de los “misterios” del cerebro que podrían explicar aspectos como la percepción, la consciencia, la memoria o la motivación.
El encuentro celebrado en el Palacio de la Magdalena, organizado en colaboración con la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y bajo la dirección de Javier Bernácer María, director científico del CINET, y Miguel Ángel García Cabezas, investigador distinguido del programa Beatriz Galindo de la Universidad Autónoma de Madrid, tuvo como objetivo ofrecer a los participantes una visión integradora del cerebro y de su interacción con el entorno desde las ciencias y las humanidades.
En la inauguración en abierto del curso, a la que también acudió Margarita Alfaro, vicerrectora de la UIMP, y Teodoro Sánchez-Ávila, presidente de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, se destacó la implicación de la Fundación con la neurociencia desde sus inicios, a través de la creación de la Cátedra UAM-Fundación Tatiana en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, y la financiación de contratos predoctorales y ayudas a proyectos de investigación.
Nutrida participación
El curso contó con la presencia de unos 60 participantes, desde estudiantes universitarios a investigadores y clínicos de campos diversos como neurociencia, psicología, biomedicina, o bioingenierías entre otros. Todos ellos intervinieron de forma intensa y activa durante los cinco días en opinión de Álvaro Matud, director académico de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno: “Ha habido momentos de verdadero diálogo interdisciplinar muy enriquecedor entre los clínicos, los investigadores básicos, los psicólogos y los filósofos”, precisamente uno de los retos de este encuentro programado junto a la UIMP.
“Otro objetivo del curso era ofrecer una visión del funcionamiento del cerebro que aúne la información detallada que ofrecen las distintas neurotecnologías que se utilizan para su estudio”, destaca Javier Bernácer, director científico del Centro Internacional de Neurociencia y Ética. Desde este punto de vista la cita académica muestra cuatro enfoques distintos: el de la embriología, para ver cómo el cerebro durante su formación se relaciona con el resto de órganos del cuerpo; la conectómica, que muestra las redes cerebrales que se establecen en el cerebro; la actividad eléctrica de las neuronas, como base de la transmisión de información en el sistema nervioso; y, finalmente, las bases biológicas de la conciencia.
El cerebro predictivo
Pese a ser el órgano más complejo del universo, nuestro cerebro se basa en suposiciones: genera la explicación más plausible de lo que está sucediendo en cada momento. Y precisamente del cerebro predictivo y las bases cerebrales de la consciencia y sus consecuencias y alteraciones se ocupó Lorena Chanes Puiggros, profesora del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Esta física de formación especializada en neurociencia pasó revista a una serie de patologías y peculiaridades de la consciencia que aproximan a los expertos a comprenderla mejor. Fue el caso del “síndrome de negligencia unilateral”, que impide a quien lo padece detectar o responder a estímulos presentes en la mitad derecha o izquierda de su campo visual en ausencia de trastornos sensoriales o motrices elementales. También de la ceguera cortical, que impide ver a los pacientes aunque sí puedan alcanzar o esquivar los objetos que hay en su camino para no tropezar con ellos.
Y sin llegar a extremos patológicos, algo que todos hemos experimentado en alguna ocasión delata algunas “imperfecciones” del cerebro: la ceguera al cambio, que nos impide detectar cambios en nuestro entorno aunque sean muy notorios, cuando nuestra atención está centrada en una tarea concreta, o un “fallo del sistema atencional”, algo que conocen muy bien los magos y utilizan para que no percibamos sus trucos, atrayendo nuestra atención hacia otro aspecto irrelevante en ese momento.
Precisamente estas y otras anomalías han sido muy importantes desde los inicios del estudio del cerebro para ayudar a comprender su funcionamiento normal. Por ello, otra de las conclusiones del curso ha sido la necesaria colaboración entre los profesionales clínicos y los investigadores. “La piedra de toque de los estudios del sistema nervioso humano debe ser la clínica neurológica y la clínica psiquiátrica”, señaló Carmen Cavada, catedrática de Anatomía humana y Neurociencia en la Universidad Autónoma de Madrid, así como la necesidad de que cualquier teoría pruebe su veracidad en confrontación con las patologías del cerebro.
Para finalizar, no podía faltar en este curso la perspectiva de la filosofía, que presentó el filósofo, máster en neurociencias e investigador de la Universidad de Granada, Manuel Heras Escribano, en su ponencia “El entorno del cerebro: la cognición 4e”: “Un nuevo paradigma dentro de la filosofía y de la ciencia cognitiva ofrece una alternativa a la perspectiva cognitivista centrada en el cerebro. Frente al cognitivismo impregnado de la metáfora de que la mente funciona como un ordenador, la cognición 4e ofrece una perspectiva mucho más dinámica. La idea es que la mente no sólo sirve para representar el mundo, pues también sirve para controlar nuestra acción y adaptarnos al entorno”, concluye Manuel Heras.