Santander.- La conexión entre la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad ha protagonizado la intervención de la profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Cantabria, María del Rosario Ojinaga, en el seminario La Agenda 2030: paz, derechos humanos, justicia y desarrollo sostenible, que se está celebrando esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Durante su ponencia, Ojinaga ha destacado la importancia de establecer una conexión entre ambas agendas por su “poder transformador”. En este sentido, ha subrayado que el secretario general de Naciones Unidas considera que la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad es “un requisito previo para la aplicación de la Agenda 2030”, aunque “su cumplimiento sigue siendo insuficiente y lento”.
De esta manera, Ojinaga ha hecho especial hincapié en la necesidad de que existan mujeres en las estructuras de poder y en los procesos de adopción de toma de decisiones porque, a su juicio, “la situación a día de hoy es muy insatisfactoria”. Según un informe de Naciones Unidas respecto a las organizaciones regionales, “en diciembre de 2016 solo el 27% de los puestos de categoría superior estaban ocupados por mujeres”, ha remarcado la profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales.
En esta línea, Ojinaga ha indicado que en el caso concreto de Naciones Unidas “la proporción de mujeres en el cuadro de cargos orgánicos es también muy reducida”. Un ejemplo de ello, ha explicado, se da en el ámbito del mantenimiento de la paz y la seguridad donde hay una representación del 23% en los puestos de categoría superior. Algo que, a su juicio, contrasta con la “importante participación histórica de las mujeres en los procesos informales de paz y en el activismo”.
En total, entre 1992 y 2011 “un 9% de las personas negociadoras eran mujeres”. Frente a esto, Ojinaga ha asegurado que un estudio realizado sobre más de 180 acuerdos de paz ha puesto de relieve que “la participación de mujeres como testigos de procesos de paz y como negociadoras incrementa en un 20% la posibilidad de obtener un acuerdo perdurable”.
Por otro lado, Ojinaga ha valorado positivamente la modificación de la calificación tradicional de la violencia sexual que se produjo a partir de la creación de los tribunales ad hoc de la Antigua Yugoslavia y Ruanda. Este momento fue “el principio del fin de la impunidad”, ha afirmado recordando las palabras de la relatora sobre la prevención de la violencia contra la mujer de las Naciones Unidas.
Fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018