López Vega repasa las figuras políticas capitales de España en los siglos XIX y XX, de Cánovas del Castillo a Azaña

Santander.– El historiador Antonio López Vega ha diseccionado las corrientes políticas que transformaron el final del siglo XIX y el XX con la conferencia El parlamentarismo español del curso Pulso de España II que dirige en la UIMP. López Vega ha explicado que el catalanismo surgió en el siglo XIX dentro de la corriente cultural del Romanticismo como "un movimiento orientado a la exaltación de los valores propios y distintivos de la personalidad histórica de Cataluña: sus tradiciones, su cultura y la lengua catalana".


El catalanismo lo constituyeron tres corrientes principales: los que sin posicionamiento político reivindicaban la tradición, la lengua y el derecho histórico propio de Cataluña, los tradicionalistas catalanes que propugnaban los derechos históricos de Cataluña dentro de la tradición hispánica, y el catalanismo político que postulaba la consecución, en último término, de un estado propio para la nación catalana.
El 9 de septiembre de 1932 el Estatuto fue finalmente aprobado en votación nominal –en la que no participó el diputado José Ortega y Gasset- por una amplísima mayoría parlamentaria de 314 votos a favor frente a 24 en contra. El parlamento se formó con 130 intelectuales que firmaron una mayor dotación para la cultura y la educación. El 26 de septiembre Azaña pronunció un discurso en la Plaza de la República de Barcelona en el que proclamó las excelencias de la solución autonomista, asegurando que el Estatuto de autonomía de Cataluña era "una consecuencia natural de uno de los grandes principios políticos en que se inspira la República, trasladado a la Constitución, o sea, el reconocimiento de la personalidad de los pueblos peninsulares". López Vega ha explicado que se trataba finalmente de "una autonomía más política que económica" y en la discusión del articulado quedaron recortadas algunas de las atribuciones.
Entre las figuras glosadas por el historiador también ha estado Cánovas del Castillo, político e historiador español, presidente del Consejo de Ministros y una de las figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo XIX. Fue el mayor artífice del sistema político de la Restauración borbónica y se convirtió en el máximo dirigente del Partido Conservador. Fue criticado por crear una apariencia de democracia mediante el «turno de partidos», corriente política que tiene como fondo la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional al estilo británico y sustentada en la monarquía. "Cánovas del Castillo creía en el bipartidismo y la alternancia del poder", ha recordado López Vega. En 1876, con su figura y la de Sagasta, se acepta por primera vez al "adversario político".
En 1913, el Gobierno liberal de José Canalejas intentó un proyecto de democratización de la monarquía, pero su asesinato en Madrid lo truncó. Durante su mandato aportó elementos positivos, como la reducción del trabajo nocturno de la mujer. Por otro lado, la religión quedó fuera de la esfera pública y política y se prohibió el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España (por la proliferación de las que venían de Francia).
Con Maura nació el Partido Reformista y, sobre los sentimientos nacionalistas, afirmó que "la inestabilidad endémica en España es parte de nuestra historia". El primer reconocimiento de Cataluña fue la creación en 1914 de la Mancomunitat, que fue una institución española de ámbito catalán promovida por el dirigente de la Liga Regionalista Enric Prat de la Riba con la que "recibieron por primera vez amplias competencias", ha dicho López Vega.
El historiador ha recordado que entre 1917 y 1923 se gobernó por decreto, las cortes permanecieron cerradas y se sucedieron quince gobiernos, y además "coincidió con el reinado del monarca más frívolo de la historia de España", en referencia a Alfonso XIII.
El golpe de estado de Primo de Rivera supuso el punto decisivo para romper el sistema parlamentario liberal. El levantamiento de septiembre aconteció mientras Maura se encontraba de vacaciones.
En opinión del director del curso, "Azaña fue la persona más decisiva, al considerar España como estado integral y las autonomías regionales reconocidas con la satisfacción de las solicitudes catalanistas".
El gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos y socialistas emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro. Entre ellas, López Vega ha destacado la reforma militar, con un conjunto de decretos aprobados, cuyo objetivo era modernizar y democratizar el Ejército español, además de poner fin a la intervencionismo militar en la vida política, reformas laborales con las que encontraron la oposición de los empresarios. Una reforma educativa que supuso un amplio programa de construcción de escuelas (6.750) y contratación de maestros (7.000) con mejoras de sus salarios. La enseñanza mixta, en la que la religión dejó de ser asignatura obligatoria, agudizó el enfrentamiento con la Iglesia. Con la reforma militar buscaron garantizar la fidelidad del Ejército al nuevo régimen republicano y se exigió el juramento de fidelidad al nuevo régimen republicano. La aplicación de la reforma agraria fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley.

FOTOGRAfÏA: UIMP 2016 | Esteban Cobo