Santander, 21 de julio de 2022-. Margarita Salas descubrió que una proteína, la polimerasa phi29, era capaz de ampliar millones de veces el ADN para ser analizado. Esa técnica, fundamental para hacer análisis genómicos completos, es actualmente la patente más rentable de la historia de la ciencia española. De hecho, entre 2003 y 2009 supuso más del 50% de los beneficios anuales del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Sin embargo, para Luis Blanco, profesor de investigación del CSIC y partícipe en aquel descubrimiento, “esa patente es calderilla frente al legado de Margarita Salas”. “Su verdadero legado es la gran cantidad de investigadores españoles que actualmente son referentes en biología y biomedicina”.
Blanco es uno de los cuatro discípulos de la científica asturiana que componen el panel de expertos de la ‘XXI Escuela de Biología Molecular Eladio Viñuela – Margarita Salas. El legado científico de los profesores Viñuela-Salas’, que se imparte hasta el viernes en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). El equipo docente se completa con otros cuatro profesionales que se formaron con Eladio Viñuela y el profesor Mariano Barbacid.
Un claustro de excelencia llamado tanto a perpetuar el compromiso docente de los científicos que dan nombre al curso, como a estimular la carrera científica de los investigadores del futuro. “La ciencia necesita faros, gente que nos ilumine” continua Blanco. “Pero no es preciso que sea un alumbrado constante. Basta con destellos de buena ciencia” matiza el ganador del Premio Carmen y Severo Ochoa en el año 2014.
Antonio Alcamí, virólogo y profesor de investigación del CSIC, compartió laboratorio durante muchos años con Eladio Viñuela. Tal y como aprendió de su maestro, analiza en profundidad virus de gran tamaño como son los poxvirus. Una tipología vírica que destaca por su capacidad de evadir el sistema inmune e infectar tanto a animales como a seres humanos.
Tras erradicarse la viruela humana, sus investigaciones han regresado a la actualidad de la mano de la viruela del mono. “Es un brote limitado y que conocemos bien” indica Alcamí. “Desde luego, no es comparable con la COVID19”.
En ese sentido, la principal preocupación de los científicos está en controlar la transmisión de este tipo de virus de los animales a los humanos. “Hasta ahora lo teníamos controlado” matiza el virólogo. “Dentro de lo razonable, es la primera vez que se nos está yendo un poco de las manos”.
“Sin ciencia no hay desarrollo”
La necesidad de invertir más en ciencia para ser capaces de exprimir al máximo el talento de los investigadores españoles es un mantra que se repite desde hace años en cualquier foro científico. “Lo más difícil es formar a la gente y eso lo tenemos” explica Alcamí. “De hecho, siempre hemos suplido la falta de medios con el talento” puntualiza Blanco.
Ambos consideran que la ciencia y sus avances son parte de la idiosincrasia de un país. En el caso de España, el lema podría ser perfectamente hacer más con menos. “El rendimiento que sacamos por cada euro invertido es superior al de cualquier vecino de nuestro entorno” comenta Alcamí. “Si pudiésemos multiplicar la inversión, que actualmente es irrisoria, el salto sería exponencial” , concluye.
“Es que nunca tenemos el dinero suficiente” se lamenta Blanco. Este hándicap se compensa minimizando los errores y aportando mejores ideas. “Ambos aspectos prestigian la reputación de España en el ámbito internacional” profundiza el investigador gallego.
De hecho, los científicos españoles son bienvenidos en cualquier proyecto internacional por su brillantez y su capacidad de trabajo. “Ahora lo que necesitamos es que la sociedad se convenza de la importancia de nuestro trabajo” reflexiona Blanco. Esa implicación social con el progreso científico es la mejor manera de “blindar las inversiones ante los vaivenes políticos”.