Santander, 7 de septiembre de 2022.- “¿Cuántas mujeres hay que siguen fingiendo orgasmos a día de hoy? ¿Son realmente libres?”, se pregunta Magüi Mira (Valencia, 1944), directora, actriz, dramaturga, productora y una de las más destacadas personalidades del teatro español de los últimos 40 años. Este miércoles 7 de septiembre, a las 20:00 horas, la artista volverá a interpretar a sus 78 años en el Paraninfo de Las Llamas de Santander, al personaje de ficción al que dió vida en los años 80 y que está basado en el último capítulo del Ulises de James Joyce, ‘Molly Bloom’.
Una narración literaria llevada a los escenarios en la que el escritor irlandés consigue introducirse en el “íntimo y privadisimo pensamiento de una mujer” para contar “sus deseos insatisfechos” a través del personaje ficticio de Molly Bloom, y explicar “algunas de las cosas que jamás se dicen pero sí se piensan y se desean”.
Molly Bloom
“Yo no soy Molly Bloom pero sí está en mi y creo que en todas las mujeres hay algo de Molly Bloom”, señala, y añade que éste es uno de los monólogos que más se sigue representando en la actualidad, “y por algo será”.
Considerado “uno de los grandes textos literarios del siglo XX”, esta obra, que celebra además 100 años desde su publicación, se llevó a los escenarios en una época en la que España salía de “una dictadura muy cruel” y estaba “empezando a vivir en democracia”, cuenta Mira. “Hay un antes y un después de esa novela, fue una revolución en el mundo de la narrativa porque yo creo que arrancó, cogió, rescató y llevó al papel el lenguaje de la calle con toda su crudeza”, resalta la actriz.
Aunque reconoce que las palabras de hace 40 años, la dramaturgia y la manera de abordar el texto “no son las mismas” sí que afirma que el texto está “a la orden del día” ya que “todavía hoy hay muchas mujeres que fingen un orgasmo en la cama”, uno de tantos ejemplos que utiliza el autor para mostrar el “sometimiento y la sumisión” de las mujeres “para dar gusto al macho, al hombre” y mediante el que reclamaba “el lugar de ellas en la cama” y en la vida. La actriz señala que esta obra incluye otro pensamiento que hasta el momento no se planteaba: el de que “los hombres, cuando practiquen el sexo piensen también en nosotras”.
En el momento en el que fue escrito, “había una censura todavía latente y hay cosas que no las llamábamos por su nombre, pero ahora sí”, indica la dramaturga, que sostiene que ahora el texto está trasladado al escenario palabra por palabra: “Si Joyce dice cock, yo digo polla”. Ahora a sus 78 años, se considera atrevida por volver a dar vida a este personaje, 40 años después “sin ninguna trampa ni cartón, sin filtro ni en el pensamiento ni en el corazón”.
El mensaje de Joyce
“Estoy convencida de que Joyce nunca imaginó que su monólogo lo iba a ver en un escenario, encarnado por una mujer real y con unos espectadores sentados en un patio de butacas recibiendo el impacto de su obra”, reconoce Mira, que comenta que el texto de 24.000 palabras “ha hecho un viaje tremendo, ya que se trata de un texto en narrativa escrito para leer como novela”. “Como lector imaginas lo que quieres pero ahora hay una complicidad, el teatro es un rito, es mágico, sucede realmente, están los espectadores y los actores al mismo tiempo con una misma energía”, dice.
“Yo he elegido este texto único, potente, y sorprendentemente escandaloso no por la temática sino por la belleza, por cómo aborda el pensamiento de una mujer”, cuenta la actriz de 78 años que recuerda que “es ficción” y que ella solo “lo lleva al escenario”. Magüi Mira se muestra orgullosa de la nueva adaptación de la obra que han realizado de la mano de su compañera de dirección, Marta Torres: “Hemos hecho un trabajo con muchísimo humor y respeto porque es una tragedia no poder decirlo todo”.
“El teatro pertenece al ADN del ser humano”
Sobre el teatro, Magüi Mira afirma que “es un arte escénico que pertenece al ADN del ser humano” y que forma parte de nuestras vidas. Asimismo asegura que hay que saber diferenciar ya que el teatro “no es la vida sino que ésta está en la calle”. “El teatro bucea, vive y nace de la vida, la transforma en arte y la coloca en un escenario para comunicarse con los espectadores”, continúa la actriz que explica que, precisamente, “el hablar de nosotros mismos, no es para nosotros, sino que es una necesidad de comunicación de nuestra especie”.
En este punto, señala la importancia del público que acude al teatro: “Si no hay espectadores el teatro no existe por sí mismo, no es nada más que esa comunión, es la suma de espectadores, actores y actrices que cuentan una historia desde la imaginación y desde la ficción”. La dramaturga apunta a que “cada encuentro de Molly con el público es siempre distinto” y para ella, es “una experiencia única poder hacer ese viaje de hora y media juntos y de alguna manera resonar emocionalmente”: “Si no se suma el público el teatro no existiría”.
La cultura, un derecho de todos
“La cultura tiene mucha fuerza, existe, crece, nace, sobrevive y vive por sí sola, es imparable” destaca la artista, que añade que “esa es su grandeza y al mismo tiempo su perdición, porque la cultura es la última de la fila dentro de los gobiernos que tienen el poder”. Y es que la actriz valenciana asegura que sigue esperando a que la cultura ocupe el lugar que le corresponde en la sociedad, ya que lo considera “un derecho de todo ser humano” y por tanto, reclama la atención de las autoridades. “Los gobiernos tienen que protegerla”, insiste.
“Tenemos tantos y tantos deseos insatisfechos para llegar a un mundo justo y paritario en el que se nos respete a las mujeres profesionalmente, cívicamente y como seres humanos en todos nuestros deseos más profundos, empezando por el sexo que es la pulsión de la vida”, concluye la artista.