María José Díaz-Aguado explica en la UIMP las causas del acoso escolar y cómo prevenirlo

Santander.– María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, ha explicado en los cursos avanzados de la UIMP un estudio presentado al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte sobre la convivencia escolar y la prevención de la violencia. "Se trata de un logro -ha dicho la psicóloga-, ya que para su elaboración participaron cuatro mil personas, entre familias y profesionales de las diecisiete comunidades autónomas". El estudio genera un mapa de la red social del aula y se indican pautas de intervención, y es una herramienta que se puede utilizar desde Tercero de Educación Primaria hasta Bachillerato.


En el estudio se analiza "la naturaleza de los cambios sociales que vivimos actualmente", cómo afectan a la infancia y a la juventud, por qué hoy existe más riesgo de violencia y "lo estrechamente relacionada que está con la exclusión social".
Hay que destacar que el acoso escolar no implica solo agresiones físicas y verbales, sino también hacer el vacío o rechazar a un compañero de clase. Finlandia desarrolló con gran éxito el modelo KIVA de evaluación antibullying para prevenir este tipo de conductas en más de mil centros educativos.
El conflicto forma parte de la vida y puede conducir a la violencia incluso en contextos como la escuela, en los que, por su naturaleza educativa, resulta más sorprendente. Para mejorar la convivencia educativa y prevenir la violencia "es preciso enseñar a resolver conflictos de forma constructiva (pensando, dialogando, negociando, a través de la mediación, de la colaboración) y creando contextos normalizados como las asambleas de aula o las tutorías", ha explicado la experta.
Por otro lado, Díaz-Aguado ha destacado que dos problemas preocupan de forma especial: la pérdida de autoridad del profesorado y la exclusión de algunos estudiantes desde muy jóvenes. Según dichos estudios, los adultos violentos se caracterizan muy a menudo por haber sido rechazados por sus compañeros de clase desde muy pequeños, por llevarse mal con sus profesores, por manifestar hostilidad hacia diversas figuras de autoridad, por expresar baja autoestima o por abandonar prematuramente la escuela.
Una nueva evidencia de cómo la exclusión social está en el origen de la violencia es la posibilidad de "detectar su inicio en edades muy tempranas (de dos a seis años)", ha asegurado la especialista. Los resultados sugieren que desde estas edades es posible detectar en la escuela infantil a niños con un estilo de comportamiento agresivo, que se caracterizan por pegar a los otros niños (aunque estos lloren), amenazar, insultar o romper material al enfadarse, problemas que van acompañados de una fuerte necesidad de llamar la atención, escasa empatía, dificultad para estructurar la conducta en torno a objetivos y tareas, y la exclusión de situaciones positivas de interacción con los otros niños.
Por otra parte, el estudio también refleja que los niños de familias sometidas a situaciones de exclusión social sufren problemas importantes, y de todo ello se deduce la importancia de prevenir desde el colegio la violencia expresiva o reactiva y la violencia instrumental.
Díaz Aguado ha resaltado cuatro principios para prevenir cualquier tipo de violencia, que consisten en "desarrollar contextos alternativos en el sistema escolar para que se puedan expresar los conflictos (en asamblea o tutorías), crear un contexto de serenidad con una buena escucha, disminuir la tensión, y conseguir que se sientan autorrealizados", ya que "alguien que es feliz consigo mismo, tendrá menos probabilidades de convertirse en violento".
Por último, según Díaz-Aguado, es enormemente importante "enseñar a condenar toda forma de violencia", y tener en cuenta que no solo actúan víctima y agresor, sino también los que conviven, y para luchar contra la violencia "es imprescindible la amistad y colaboración de todos".