María Pagés pone en relieve la importancia de la palabra en su espectáculo ‘Flamenco y poesía’

Santander.- Se abre el telón y la voz de José Saramago recita el poema Alzo una rosa. Así comienza Flamenco y poesía, el espectáculo de María Pagés, que llega este miércoles al ciclo Escénicas en el Casyc de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). A partir de ahí, un recorrido por la poesía, “no solo en español”, se sucederá en el escenario. Cuando a la bailaora y coreógrafa se le ocurrió la idea, el objetivo era bailar la palabra sin ningún adorno, “poner en relieve la idea de que la palabra es el modo de expresión humano que más nos une y que está continuamente en el flamenco y el cante”, ha afirmado.

Desde que comenzó a bailar, cuando era una niña, siempre ha tenido presente la idea de bailar la palabra, lo que ha conseguido con este espectáculo en el que está acompañada por la voz de Juan de Mairena, la guitarra de Rubén Lebaniegos, el violín de David Muñiz y cuatro bailarines. El montaje, como ha explicado, está rodeado de simbología: “La lengua nos une al mundo y la danza es una manera de interpretarla venciendo fronteras lingüísticas o de idioma”, ha afirmado. Y es que se trata de una disciplina universal, “un idioma que entienden en China, Siberia o Nigeria”.


Desde que se estrenó en el Festival Internacional de Danza de La Habana, Flamenco y poesía ha evolucionado: “Nuestro latido vital ha ido cambiando a lo largo de estos años”, ha precisado la bailaora. Pagés siempre piensa que cuando un pintor ve uno de sus cuadros expuesto, puede ser que se plantee dar más pinceladas, ya que “las obras artísticas están vivas”. Sin embargo, lo bueno de la danza reside en la posibilidad de realizar modificaciones constantemente: “Cada representación en un escenario es diferente y cada día hay posibilidad de ir cambiándolo. Y claro que está la influencia de cómo mi vida cambia y como yo reflejo eso en la obra o cómo la obra influye en mí”, ha destacado.


La bailaora también se ha referido a la actualidad del flamenco, un arte con “mucho potencial de crecimiento”. A su parecer, la propia trayectoria vital de esta disciplina le parece muy interesante, puesto que nace en el pueblo, “en los sectores más marginados” y de ahí ha llegado a los grandes escenarios: “Tenemos que valorar mucho este aspecto para entender su capacidad y hasta dónde puede llegar. No ha nacido como un arte, sino que ha tenido que ir escalando puestos para tener este reconocimiento”, ha asegurado.


Por último, la Premio Nacional de Danza en 2002 ha adelantado algunos detalles de su próximo proyecto, Una oda al tiempo, una reflexión sobre “eso que parece que no podemos aprehender, porque se nos escapa”. El montaje habla sobre la relatividad de la vida, lo efímero y sobre “lo paradójico que es que en el momento en el que nacemos ya empezamos a morir”. En su opinión, se trata de un espectáculo muy apropiado, “porque abarca muchos aspectos emocionales, humanos”.

Fotografía: UIMP 2017/ Esteban Cobo