Santander.- La fascinación del ser humano por crear máquinas inteligentes que cobran vida ha quedado plasmada en numerosas obras literarias y cinematográficas. El problema es que se “generan expectativas que no son reales”. Por ello, Martín Molina, catedrático del Departamento de Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ha dedicado su ponencia en el encuentro Inmortalidad robótica y personas electrónicas, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), a detallar los antecedentes y los avances que se han realizado en la historia de la robótica en el campo de la inteligencia artificial (IA).
Un progreso que en el último siglo ha sido “extraordinario”, pero que simplemente nos coloca en los “primerísimos pasos de la inteligencia artificial”, ha recordado Molina. El catedrático ha explicado las diferentes corrientes que han tratado de desarrollar la mente de los robots, desde el conexionismo, la corriente de la postura intencional basada en conocimientos previos que se incorporan a la máquina, o el simbolismo, y cómo el desarrollo computacional y el big data han permitido un avance exponencial. “La disponibilidad masiva de datos es muy positiva para el aprendizaje automático de las máquinas. Facilita entrenar mejor las redes neuronales”, ha asegurado Molina.
Sin embargo, el catedrático de Inteligencia Artificial se ha centrado en las estructuras actuales de los cerebros de las máquinas. Arquitecturas multinivel que partieron de las ideas de la nouvelle AI (la nueva inteligencia artificial) liderada por Rodney Brooks, y que plantean la robótica “insistiendo en que un robot hay que verlo como un agente insertado en un entorno que le provee de información”, ha recordado Molina. Así, a día de hoy, las máquinas tienen capas reactivas –compuestas de sensores y actuadores- pero también una capa ejecutiva comunicada con la capa deliberativa (que parte de lo simbólico), además de una capa reflexiva y otra social.
Pese a todo, queda camino por recorrer, aunque el catedrático ha subrayado que “es probable que lleguemos a una IA superior a la humana”, y eso que a día de hoy solo “a niveles parciales las máquinas comienzan a superar a los humanos”. Quedan retos y dificultades aún, ha concluido Molina, como el de “representar el sentido común” de la mente humana y “la falta de comprensión de las relación entre las funciones mentales”. Y es que no es fácil reproducir artificialmente la que probablemente sea una de las máquinas más perfectas que existen: nuestro cerebro.
Fotografía: UIMP 2017 | Juan Manuel Serrano