Mojica: “Hace falta que la sociedad participe del interés por la ciencia y aprecie los beneficios de la investigación"

Santander.- Cientos, miles de investigadores trabajan a destajo cada día en sus laboratorios con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los seres humanos y aportar innovación al desarrollo de ámbitos como el sanitario, el médico o el tecnológico. Sin embargo, cuando el microbiólogo Francis Mojica, que ha sido investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), comenzó sus trabajos de investigación básica que le llevaron a descubrir las técnicas de edición del genoma CRISPR-Cas, era consciente de que en muchas ocasiones “recoger los frutos de esa investigación luego no ocurre”.

Durante la rueda de prensa con motivo de su investidura, Mojica ha asegurado que el reconocimiento de la comunidad científica y de la sociedad y los medios le ha llegado en el momento que se ha producido una “transformación de los conocimientos de investigación básica en una serie de aplicaciones, entre ellas principalmente la edición genómica”. Sin ese desarrollo de aplicaciones, ha reconocido que no estaría donde está, “porque a nadie le interesa que exista un sistema de inmunidad con memoria, que sin embargo desde nuestro punto de vista científico es una maravilla”.

Este investigador y profesor de la Universidad de Alicante descubrió la técnica de edición genómica CRISPR gracias a sus estudios de un microorganismo que habitaba en las salinas de Santa Pola, y que era capaz de sobrevivir en un hábitat tan hostil. Los CRISPR (siglas en inglés de repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas) son familias de secuencias de las bacterias, que contienen fragmentos de ADN de virus que han atacado a estas. Estos fragmentos son utilizados por la bacteria para detectar y destruir el ADN de nuevos ataques de virus similares, y así poder defenderse eficazmente de ellos. “Es un sistema de inmunidad adquirida. Se desarrolla la capacidad de recordar infecciones, una memoria y registro de las bacterias” que permite actuar sobe virus similares a los ya combatidos por la bacteria previamente.

“Gracias a lo poco que sabemos del mundo microbiano, solo entre el 0,1 y el 1 por ciento de los microorganismos que hay en el planeta, ya somos conscientes de que hay una diversidad enorme de sistemas CRISPR-Cas”, ha señalado Mojica. Gracias a esa versatilidad y diversidad de los sistemas CRISPR, “se han desarrollado no solo herramientas de edición genómica, sino de diagnóstico molecular, o técnicas para registrar información dentro de bacterias”, ha explicado el microbiólogo. Pero pese a los avances logrados, asegura que es “ambicioso” para seguir en la búsqueda de “bacterias desconocidas y sistemas distintos de los que ya conocemos. La pretensión sigue siendo la misma: intentar comprender y entender cómo funcionan los sistemas biológicos con el objetivo de descubrir nuevas aplicaciones”.

En cuanto a sus aplicaciones en el mundo sanitario, el investigador ilicitano ha detallado por ejemplo, que “CRISPR puede identificar cuáles son las razones que nos hacen susceptibles a una infección por una bacteria de gastroenteritis, o por un virus. Una vez conocidas las razones, se puede actuar sobre estos determinantes que nos hacen sensibles a infección e intentar solucionarlo por otros mecanismos”. Y en el ámbito de la medicina personalizada, con la técnica “se puede determinar cuáles son los cambios en el mapa genómico de los pacientes que son responsables de la enfermedad, pudiendo así lograr la cura rectificando ese tipo de errores”. Al fin y al cabo, como ha reseñado Mojica, “los determinantes pueden ser muy distintos entre dos individuos que tengan exactamente la misma enfermedad”. En este sentido, una de las ventajas de CRISPR es que con esta técnica “se pueden afrontar al mismo tiempo no solo estudios de un solo gen o una región del genoma de un organismo que puedan ser responsables de una enfermedad, sino muchas regiones al mismo tiempo”, ha indicado Mojica.

Investigación en España

El microbiólogo alicantino también ha tenido tiempo de analizar la salud de la investigación en España. Respecto a los recortes, y a la no recuperación del nivel de inversión anterior a la crisis, ha asegurado que es “injustificable”, aunque mantiene “esperanzas de que la cosa vaya a mejor”. Así, ha expresado que la situación comparada con otros países del entorno con un nivel de desarrollo similar al nuestro “es bastante más deplorable”. Pero también ha identificado un problema en la sociedad española: “Hace falta que la sociedad participe del interés por la ciencia. Que aprecie la importancia de la investigación para que se cambie esta tendencia negativa y que no piensa en el futuro”. En este sentido, ha considerado “que CRISPR aparezca en los medios me encanta, porque al menos hay una conciencia de los beneficios que proporciona la investigación, y eso puede cambiar la visión que se tiene de la ciencia en nuestro país”, ha considerado.

Para finalizar, Mojica ha analizado la decisión del Tribunal Europeo de Justicia, que ha sentenciado que los organismos modificados con CRISPR deben ser regulados como transgénicos. “No tengo ningún problema con ello, pero a nivel de legislación, considerarlos como transgénicos implica que la autorización para que salgan al mercado supone unos gastos que no pueden abordar normalmente empresas que no sean multinacionales”, ha identificado.

Esta decisión de la justicia europea, centrada especialmente en plantas para consumo humano, “es una muy mala noticia porque limita enormemente el desarrollo y la aplicación de esta tecnología en este ámbito, y nos pone bastante por detrás de otros países como Estados Unidos”. Mojica ha valorado que “hemos perdido un tren muy importante, y se van a perder empresas biotecnológicas en este país que tenían esperanzas de que se hubiera seguido el mismo camino que en otros países”, por lo que no se ha extrañado de que muchas de estas empresas se acaben moviendo a otras regiones “para aprovechar el potencial de la técnica CRISPR para la mejora de la productividad y la calidad de alimentos”.

Fotografía: Esteban Cobo | UIMP 2018