Edificios que absorben la contaminación o bactericidas que triplican la vida de los alimentos: cómo la nanociencia puede ayudar a salvar el planeta

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Santander, 16 de julio de 2021- Bactericidas que triplican la vida de los alimentos o incorporar nanopartículas de dióxido de titanio en los edificios para que puedan “comerse la contaminación” destruyendo el óxido nitroso mediante procesos fotocatalíticos.

Son algunas de las aportaciones que la nanotecnología puede desarrollar para mitigar el impacto ambiental del ser humano y afrontar la necesaria transición ecológica, de acuerdo a Pedro Serena, investigador del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El científico dirige el curso Nanotecnología ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible, parte de la programación de los Cursos de Verano de la Universidad Menéndez Pelayo, que ha explorado las aportaciones de la nanociencia al desarrollo humano.

La nanociencia estudia y desarrolla la capacidad de controlar la materia a una escala muy pequeña, en concreto el nanómetro, “algo tan pequeño que se pueden meter cinco o seis átomos en fila”, explica Serena. “Somos niños jugando con piezas de un lego con una reglas específicas, a la que llamamos mecánica cuántica”, señala.

El científico destaca la capacidad “transversal” de esta ciencia y la gran producción de conocimiento. “Al año se registran 10.000 patentes”, explica Serena, trabajos que cristalizan en “unos 500 o 600 productos”. Desarrollados por sectores como la cosmética, la medicina o la tecnología, mucho de este conocimiento puede servir para mejorar la eficiencia de los materiales y ayudar a combatir los principales problemas que aqueja el planeta.

De este modo, la nanociencia contribuye a la creación de materiales nuevos en el sector de la energía, como los sistemas de baterías de los coches de hidrógeno, en el hidrológico, depurando y extrayendo virus del agua o en la construcción, para mejorar la resistencia de los edificios.

Además, Serena apunta que gracias a la nanociencia ha sido posible el desarrollo de las vacunas con ARN mensajero (los fármacos de Pfizer y Moderna). “La gran novedad de esta vacuna es que no se trabaja con un trozo de virus sino con su ARN para enseñar a nuestras células a fabricar las proteínas que nos interesan”, señala el científico.

Los riesgos de la nanociencia

Serena expone que en los procesos de modificación celular, “a veces se nos meten cosas que no nos interesan”, lo que puede provocar consecuencias adversas para la salud de las personas.

El científico destaca que las normativas de los países europeos son muy estrictas a la hora de restringir o prohibir productos, algo que “no pasa en todas las regiones del mundo”. “Europa es una región nanosegura”, apunta.

De este modo, Serena destaca que aunque “no hay evidencias” de que las nanopartículas de grafeno sean perjudiciales para la salud y los estudios “apuntan a lo contrario”, las autoridades europeas decidieron prohibir su uso en las mascarillas “por precaución”.

En este sentido el científico alerta de las dificultades para saber si un producto es “nanoseguro”, ya que para recoger las evidencias de su prejudicialidad para la salud tienen que pasar “muchos años” y los estudios tiene que ser a largo plazo.

Futuro en China

Serena explica que los principales focos de desarrollo de la nanotecnología se encuentran en Asia y Estados Unidos, un proceso que según apunta, “ya lidera China”. De este modo, Europa ha quedado rezagada, ya que, a pesar  de que durante el siglo XX lideró la nanociencia, ha sido adelantada. “Estados Unidos lleva 20 años invirtiendo 1.200 millones de dólares cada año en nanotecnología”, señala.

En este ranking mundial, España se sitúa en una posición modesta, principalmente debido a la escasa inversión de los últimos años. “En la ciencia nos hemos acostumbrado a estas cosas”, confiesa Serena quien lamenta que “en otros países se potencia la ciencia en épocas de crisis”.

Además, el científico explica que el sistema español tiene una serie de particularidades que le hacen estar por debajo de sus socios europeos. “El CSIC es el organismo que más patentes de nanotecnología registra”, destaca el investigador, en una situación que define como anómala, ya que en el resto de países europeos la investigación nanociencia la desarrolla principalmente el sector privado.

A pesar de ello, el científico apunta que en sectores como la nanomedicina, España se encuentra entre los países con mayor desarrollo del mundo. “Barcelona está entre las tres capitales de la nanomedicina y Madrid está la cuarta o quinta”, asegura.